Maritza Sanz (der.), presidenta de Latino Leadership, explicó que, al momento, lo que está disponible son los censos que realizan estas organizaciones no gubernamentales.

No existen ayudas gubernamentales, el proceso luce fragmentado, pero organizaciones cívicas reportan haber recibido a decenas de familias

Orlando – Al cumplirse un mes desde que inició la secuencia sísmica que ha causado daños a estructuras y elevado la ansiedad de los puertorriqueños, el estado de Florida vuelve a convertirse en una válvula de escapes para muchos que ven en la migración -temporal o permanente- una solución a la crisis que vive Puerto Rico.

A diferencia de lo que ocurrió tras el paso del huracán María, que produjo mudanzas masivas a Florida Central de boricuas que eran interceptados en los aeropuertos por agencias de gobierno que documentaban su situación y coordinaban ayudas, esta vez el proceso es fragmentado y desarticulado. Tampoco existe una estructura gubernamental prestando oído a la situación, ni contando a los que llegan, ni mucho menos arreglar servicios de apoyo y ayuda a estos nuevos desplazados.

Lo que sí está claro es que, por el momento, esta mudanza de la Isla a Florida es de menor magnitud en comparación con el desastre que dejó el huracán María a su paso por la Isla en septiembre de 2017.

No sabemos a ciencia cierta cuántos han llegado ni cuántos siguen llegando, pues ya no tenemos el centro de ayuda del gobierno en el aeropuerto”, dijo Maritza Sanz, presidenta de la organización Latino Leadership, una de varias que ha estado recibiendo personas que llegan desde la Isla a consecuencia directa de los sismos.

Al momento, lo que está disponible son los censos que realizan estas organizaciones no gubernamentales y son el único punto de partida para documentar y descifrar este movimiento de boricuas a Florida empujados por los sismos.

“Pero lo que sí debemos tomar en cuenta es que estoy viendo familias que vienen a una organización, y luego se mueven a otra buscando ayuda, es posible que los estén contando más de una vez”, advirtió Sanz.

En Latino Leadership habían atendido hasta el momento a unas 70 familias que suman 210 personas, dijo Sanz.

Mientras, Hispanic Federation -otra organización comunitaria- informó hoy que han recibido 60 familias (cerca de 180 personas) que han llegado a sus instalaciones sin aviso previo para buscar orientación y ayudas, informó Yanidsi Vélez, directora de esa entidad en Florida.

“Pero aparte de esas familias, hemos recibido cerca de 100 llamadas de otras familias que están aquí en Florida pero que nos llaman de otras ciudades y condados, como Tampa o Miami. Vienen acá desde Puerto Rico porque allá ya no pueden dormir, porque su casa no es segura, y la mayoría llegan desde Guánica, Ponce, pero también desde Mayagüez y San Germán”, dijo la líder comunitaria y quien es puertorriqueña.

La necesidad principal que manifiestan los que llegan es de vivienda. El reto es que no se han activado los programas de vivienda temporera que, en el 2017 tras María, permitió que cientos de familias pudieran recibir albergue temporal a través de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).

“Lo positivo es que quieren encontrar trabajo y estabilizarse”, dijo Vélez, al indicar que el perfil de los que está llegando es diverso e incluye adultos entre los 35 y 50 años, niños en edad escolar, y ancianos.

“Es gente que lo que necesita es dormir, descansar y comer bien pues ya no pueden más con la situación en la Isla y quieren trabajar de inmediato para estabilizarse. El reto es que no hay ayudas”, dijo.

Diferente a María

Estas mudanzas de puertorriqueños que llegan a Florida Central buscando escapar de la situación en la Isla es diferente a la experiencia vivida en el 2017 tras el paso del huracán María.

El huracán fue un evento dramático de un solo día, esto de los sismos es algo que ha durado un mes, que está afectando la salud mental de las personas que sienten que ya no pueden más y llegan aquí buscando un refugio. Llegan emocionalmente cansados”, dijo el padre José Rodríguez, párroco de la Iglesia Episcopal Jesús de Nazaret en Orlando y que ha recibido unas cinco familias (cerca de 20 personas) .

“Estamos ayudando. Estamos con las manos llenas y los bolsillos vacíos. ¿Y dónde esta FEMA? ¿Dónde están los condados? No vemos ayuda de los gobiernos que se han lavado las manos y han dejado esto en manos de las organizaciones”, dijo el líder religioso.

Las escuelas

El puertorriqueño Kelvin Soto, quien es el presidente de la Junta Escolar del Condado de Osceola (donde está Kissimmee) dijo hoy que este sistema público ha recibido 97 niños.

“Son estudiantes que han llegado desde Puerto Rico directamente a consecuencia de los terremotos y, aparte de eso, he recibo llamadas de familias de Puerto Rico preguntando sobre los requisitos para matricular a sus hijos acá porque piensan mudarse”, dijo el funcionario.

El Condado de Osceola es el que mayor concentración de puertorriqueños tiene en Florida, particularmente la ciudad de Kissimmee.

Al analizar la situación, Soto dijo que se trata de un proceso más lento y menos intenso que el que vivió su distrito escolar tras el paso del huracán María.

“Cuando el huracán, llegamos a recibir más de 2,000 niños de Puerto Rico. Esta vez no es tan intenso. Lo bueno es que los que están llegando ahora, los podemos recibir fácilmente pues ya todos acá, maestros ,orientadores y funcionarios administrativos, tenemos la experiencia y ya sabemos qué hacer”, explicó.

Soto agregó que la mayoría de los estudiantes que han sido matriculados han llegado con sus expedientes académicos. No obstante, aclaró que si alguno llega sin documentos, será recibido.

“Tenemos contactos con tolos los distritos en todos los pueblos de Puerto Rico y si faltara un documento, llamamos y pedimos que nos los envíen por fax”, comentó.